Para sanar y mejorar el cuerpo humano, es posible que los futuros médicos deban infundirle un poco de biología de calamar. Pero deja de lado tus miedos a los mutantes que mueven tentáculos, porque el problema se reduce a la simplicidad biomimética.
El campo de la biomimética hace una propuesta muy modesta:¿Por qué los ingenieros humanos deberían reventarse en problemas de diseño si las respuestas ya existen en la naturaleza? ¿Por qué pasar 10 años reinventando el ala perfecta cuando la naturaleza tiene un diseño perfeccionado por los rigores de la evolución que abarcan eones?
De hecho, en un nivel puramente material, la naturaleza se burla de nosotros con algunos diseños verdaderamente sensacionales. La seda de araña, por ejemplo, ofrece una combinación excepcional de durabilidad y maleabilidad que los científicos han intentado aprovechar durante décadas.
Dado que las propias arañas crean estructuras a partir de estas fibras de proteína, una pequeña tecnología arácnida robada es una obviedad. Pero dientes de calamar? Sí, las proteínas "suckerin" que componen esos pequeños anillos de dientes de succión ofrecen un nivel de flexibilidad y resistencia ideal para aplicaciones biomédicas como ligamentos artificiales y andamios de crecimiento óseo. Y dado que el material es termoplástico, se calienta y enfría fácilmente para adoptar cualquier forma deseada.
Investigadores de la Universidad Tecnológica Nanyang de Singapur continúan descubriendo los secretos de este maravilloso material cefalópodo, identificando proteínas clave de ventosa y mapeando el código genético. Así que no se sorprenda si, un día, su tobillo lesionado vuelve a estar completo gracias a las contribuciones de diseño de una criatura marina de cuerpo blando que echa tinta.